El poema de Amiri Baraka «Poco en el camino de las cosas (En la ciudad)» manifiesta claramente la búsqueda de ecuanimidad social de Baraka, explorando cuestiones interrelacionadas de opresión étnico y franquista, autodeterminación y emancipación humana franquista, que lleva mucho tiempo abordando creativa y críticamente, como en su primera colección de ensayos en forma de texto. La esencia de las reparaciones. El poema en sí es en existencia la composición del propio Baraka en una canción de rap del mismo título del categoría de hip-hop THE Roots de su elepé titulado «Phrenology», pero lo que yo oí fue el poema erudito por Baraka con el séquito de un ritmo hip-hop del categoría. LAS RAÍCES comparte mucho con la preocupación de Baraka, ya que surgió como respuesta a la subyugación y opresión de los negros en América. Por consiguiente, pretenden señalar las injusticias del sistema y crear así conciencia en los negros y en la sociedad estadounidense en normal.
El poema se caracteriza por un verso complicado pero cautivador, atiborrado de tramos de sátira despreciativa y mordaz sobre el modo de hacer las cosas en la ciudad. En opinión de uno de mis alumnos de Crítica Praxis, incluso sugiere la vulnerabilidad del hombre frente a una fuerza que está por encima del control humano, pero que lo teledirige e incluso determina su destino. Al principio, el poema parece un monólogo dramático en el que el personaje es la única voz que palabra en todo momento, con congruo pasión, como si se dirigiera directamente a nosotros. Pero entonces se tiene la impresión de que está hablando con cualquiera incluso directamente implicado en la situación del poema. Mediante el uso del lengua, el personaje sugiere la presencia de ese espectador pasivo al que ordena una y otra vez que haga cosas, a lo que parece ceder la mayoría de las veces.
Abre la boca como si fueras a sostener poco
Cierra los fanales y recuerda lo que viste y lo que te hizo observar
¿No ves otra cosa
Poco frío y feo
Pero entonces no parece que sea un monólogo dramático en el molde del «Ulises» de Tennyson o de «Mi última duquesa» de Browning, ya que no se aclaran otras características esenciales del monólogo dramático, como la ocasión. Encima, carece de otra característica conocida como socavamiento, en la que el personaje expone sus defectos sin darse cuenta mientras palabra.
El propio título del poema sugiere obstáculos que se interponen en el camino. Un disertador consideró que se trataba de las limitaciones y obstáculos que se interponen entre el hombre y sus aspiraciones. El título incluso podría significar que poco se interpone en el camino de las cosas de la ciudad de tal modo que se impide verlas con suficiente claridad o incluso que esas cosas se ven así obstaculizadas para moverse con facilidad.
Una nota de desesperación y frustración marca el tono del personaje mientras nos palabra proféticamente a nosotros, su notorio, que parecemos perdidos frente a lo que pueda estar ocurriéndonos o simplemente somos complacientes o incapaces de susurrar de lo que pone en peligro nuestras vidas. El personaje, aunque presenta apasionadamente su profecía, no expone claramente su visión. En su oportunidad, presenta una serie de situaciones que, en principio, parecen no tener relación entre sí, ya que no son secuenciales, lo que nos deja la tarea de recomponerlas.
La sensación de necesidad y las señales ominosas de una calamidad inminente son inconfundibles en las primeras líneas
En la ciudad
Poco en el camino de las cosas
Poco que se para y no arranca
Poco que conoces pero no soportas
No sabes llevarte adecuadamente con
Como la homicidio
Montado encima del coche mirando a través del parabrisas en rastreo de su señal
Poco totalmente ficticio y serio
Que se arrastra por tu camino santificando tus malos caminos
Como si fuesen tú mismo pasándote sin sonreíring
Esta necesidad y sensación de peligro inminente se ve reforzada por la repetición de «poco» y las cualidades paradójicas que encarna en cada partidura, mostrando una cosa que es difícil de manejar, impredecible e incluso poco fiable, pues aunque afirmas conocerla no puedes soportarla ni llevarte adecuadamente con ella ni con él, ya que de repente parece más cualquiera que una cosa. Todavía dejará de funcionar, pero desconcertantemente no arrancará y aunque ficticio es todo al mismo tiempo cierto.
Su carácter se vuelve de lo más inidentificable y escurridizo, cuando no francamente peligroso y amenazador para la vida. Se le compara con la homicidio de un modo siniestro: «Montado encima del coche» y, por si eso no fuera lo congruo aterrador, «mirando a través del parabrisas en rastreo de su señal». Estas líneas están tan impregnadas de dramatismo, suspense y enigmas que inevitablemente despiertan la curiosidad, si no la ansiedad, del disertador, que se ve así obligado a seguir leyendo para averiguar el enigma y los enigmas.
El resto de los versos de la primera estrofa muestran al personaje tratando desesperadamente de concienciar a su notorio: «Poco totalmente ficticio y serio/que se cruza en tu camino santificando tus malos caminos…» sugiere sicofanía, ya que sólo se podría santificar o confiar los malos caminos de otro por ignorancia o sicofanía, o quizá como un caso extremo de encontrarse obligado a alabar lo que no es digno de alabanza por estar aterrorizado frente a ello.
Una parte difícil y desconcertante del poema son estos dos versos:
El muerto con el que me viste susurrar es tu patriarca
Intenté hechizarle pero su espíritu es analfabeto
Si el tipo está muerto, se pregunta uno, ¿cómo entonces se pudo susurrar con él? ¿Es un muerto afectado o un muerto figurado? Pero entonces, si se dice que su espíritu es analfabeto, eso sugiere que es su espíritu el que está muerto. Pero entonces se podría memorar nuestro conocimiento tradicional global de que a los muertos les sobrevive su espíritu. Pero entonces, si el espíritu de este muerto que debería sobrevivirle se asocia con el analfabetismo, su aflicción a un pozo parecido a la homicidio se duplica. Por eso, el esfuerzo de la persona por hechizarle es inútil, pues no contesta. Incluso cerca de preguntarse si participaba conscientemente en la conversación. Pero a este muerto se le ha encomendado el gravoso deber de dirigir una ordenamiento. Junto a imaginar lo adecuadamente que lo hace.
Ese «poco» del que tanto palabra Baraka parece omnipresente, todopoderoso, afecta a todo el mundo e incluso besalamano a todo el mundo, como el hombre de buen humor, cuyo buen humor parece forzado y sospechoso.
La segunda estrofa desprende serio vapor cuando el orador palabra de la concurrencia con la que está hablando a través de sus cabezas en las casas, mientras no se da cuenta de la concurrencia que se reúne a su rodeando con picos de hielo, lo que parece otra señal de peligro. Pues mientras que las personas por encima y a través de cuyas cabezas palabra con otras en sus casas son conscientes de la multitud de hombres armados con picos de hielo que se le acercan amenazadoramente, él es totalmente ciego a su presencia. Pero, sin confiscación, el personaje sigue pintando una imagen de su aspecto, posiblemente a los fanales del notorio, acentuando así aún más la ominosa señal de calamidad y desesperación.
Pero parecían negros importantes de camino a tu funeral
Parecían jiggaboos importantes de camino a tu subasta
Y que canten el número y usen un puntero de marfil para contarte los dientes
Estas líneas se basan en la idea aludido del hombre muerto que, aunque se le hable, no contesta. Esto subraya aún más que el pueblo es como un muerto cuyo entierro se ha pospuesto. En cierto sentido, se les deshumaniza y se les niega toda sensación de estar vivos.
La tercera estrofa lleva el poema a una intensidad claramente marcada por la repetición del mismo verso al principio de la estrofa.
Puedo ver poco en el camino de nuestros yoes
Puedo ver poco en el camino de nuestros yoes
Esta repetición me parece significativa porque subraya la naturaleza ominosa de lo que el personaje sabe, como se revela en las líneas repetidas que él revela que le han conferido mucha comprensión de los hombres y las cosas, lo que le permite sostener con mucha perspicacia y sensatez «las cosas que hago», que el notorio sabe pero ignora o subestima por completo. Por consiguiente, el personaje parece desesperado por crear conciencia en un notorio que parece insensible a lo que ocurre a su rodeando.
La idea de falta de la vida se refuerza aún más con la remisión específica a «ese enojado» al que las máquinas de la taller anhelan sádicamente «que venga y entregue su vida/Standin’ there bein’ dissed and broke and troubled.En meta, su vida ya no le pertenece, si es que consigue sobrevivir a una homicidio segura, pues las probabilidades parecen estar muy en su contra, ya que las máquinas voraces ansían su vida más de lo que él parece dispuesto a conservarla. La máquina, que parece más viva que él, el humano, consciente de la posición inferior y rechazada del enojado en la sociedad, demora ansiosamente absorber su fuerza, si no su vida, en su sistema. Así, los afroamericanos son vistos como víctimas perpetuas de un sistema capitalista duro y usufructuario que sólo los valora por el trabajo y la energía que gastan en las fábricas, que son presentadas como virtuales trampas mortales. Otro estudiante los describió como manipulados y rechazados sin remedio. Como tal, prosigue, lo que el poeta podría estar visualizando o, mejor aún, visionando es el imparable rechazo de los negros. Porque cuando se le empuja demasiado contra la albarrada, sin duda va a suceder un contragolpe de consecuencias incalculables.
En la cuarta estrofa, el personaje concluye que lo aludido demuestra que Jehová no existe. Pero entonces su interlocutor se apresura a subrayar que se alcahuetería más adecuadamente de una afirmación de que es el diablo quien reina. Esto explica la prevalencia del mal. El terquedad étnico, un mal en sí mismo, se insinúa en la penúltima partidura, en la que el pequeño blanco lleva de forma congruo provocativa una camiseta que celebra su pobreza y frustración, que en existencia es la identidad del enojado de la que se engaño, pues sólo si eres lo congruo cabezota caerías fácilmente en esas mentiras y lo aceptarías como tu alma gemela. Pero su aflicción es diferente de la de los negros, ya que no procede del racismo. El trapo mentiroso que podría ser el que lleva el pequeño blanco con inscripciones que muestran que va a fallecer escaso y frustrado y que «los sueños caminan que cruzas la ciudad» podría dar a los negros falsas esperanzas de que su sufrimiento es compartido y con el que se identifica la otra raza y, por consiguiente, podría abordarse sin su propia intervención activa. Eso podría ser lo que Baraka tacha de «basura» diciéndote que no eres una mierda, lo cual aceptas como cierto a pesar de tu aflicción por el dolor perenne.
Estos son algunos de los sentimientos que, como negros, se tragan, lo que les hace ser complacientes con su situación. El enojado se convierte así en semejante de pobreza y frustración porque una sociedad dominada por los blancos y racista le ha torpe sus derechos como ser humano. Por consiguiente, ha llegado a la amarga conclusión de que sus sueños nunca podrán realizarse, pues sólo sirve para trabajar en exceso Incluso la basura de la calle parece tener más importancia.
En la chale estrofa, se muestra que poco acecha al Hombre Irritado, obstaculizando así su progreso: «Como una cosa fea que flota a nuestras espaldas insultándonos», convirtiéndose así en una molestia perpetua y en una patraña que le persigue y se engaño de él. Esta concurrencia podía ver y oír. Pero entonces la ironía es que, a pesar de que representa tal amenaza para él, la justifica como si tuviera derecho a existir porque «Jehová la hizo», contribuyendo así él mismo a su denigración. Cualquier cosa que diga o haga tiene como resultado que se la califique de equivocada.
Quebrado y desacertado todo el tiempo
Conoces algunas palabras pero no son las correctas
El enojado se convierte así, en palabras del personaje: «en un seguidor a la tristeza». El personaje se distingue por ser inusual, por ser el único lo congruo audaz y franco como para dar voz a las cosas que amenazan su existencia. La posición atrapada del enojado es imaginada como la de un pájaro encerrado en una cárcel. Por consiguiente, no es vaco de denunciar los males de su sociedad.
Recuerda al enojado que nos miraba a través de la cárcel
¿Tú incluso has pasado lo que yo veo?
La sonrisa que no es sonrisa sino dientes volando contra nuestros cuellos
Tú incluso ves poco pero no puedes sostener su nombre
Las dos últimas líneas sugieren la traición y la hipocresía de ambas razas. A continuación se ponen de manifiesto las injusticias que sufren los jóvenes negros. Se considera que sufren por delitos de los que son inocentes, pero por los que tienen que contestar y sufrir, por ser negros. Pero, una vez más, la incapacidad de alzar la voz frente a tales abusos se lamenta en el estribillo «tú incluso ves poco pero no puedes llamarlo por su nombre».
La sexta estrofa nos trae la difícil situación de un pequeño simpático que siempre fue muy amable con su matriz y siempre estaba saludando a la concurrencia de camino al trabajo, pero cuyo estado de humor alegre y agradable cambió de repente, tal vez a la demora de su enfrentamiento con el duro y cruel sistema legislativo.
Pero esa última vez antiguamente de que le encerraran y le hicieran daño, mucho daño
Lo vi caminando alrededor de su casa y no sonreía
Y ni siquiera saludó
Esto sólo demuestra el poder que gasta la injusticia en rozar a la humanidad. Así, una persona humana se vuelve repentinamente malhumorada y amargada, contrariamente a su verdadera naturaleza aludido. Lamentablemente, su gracia y civismo no le permiten escapar de las brutalidades e injusticias de este mundo despiadado. Y el personaje viene con su explicación mundana sobre lo que ha provocado la transformación en la disposición del muchacho.
Pero sabía que había pasado poco
Poco en el camino de las cosas que funcionó en él como lo hacen en la voluntad
Baraka llega ahora con el momento más intenso del poema, con la fusión de las imágenes de las distintas víctimas con una súplica para que nos miremos más de cerca a nosotros mismos para ver qué vemos en esos objetos de opresión y cómo esas imágenes podrían encontrarse en nosotros mismos.
Y él
marchaban cada vez más rápido, alejándose de nosotros
Y ni siquiera murmuró una palabra
Al día sucesivo ya no estaba
¿Quieres conocer qué
Quieres conocer de qué hablo
Diciendo «He pasado poco en el camino de las cosas»
Y cómo estaba la cara del pequeño aquel día amoldonado antiguamente de que se lo llevaran
El es? en esa cara y recuerda ahora, recuerda todas las otras caras
Y todos los muchos lugares en los que le has pasado a él o a la hermana con su hijo
Deambulando por la calle
Recuerda lo que viste en tu propio espejo y no reconociste ni por un segundo
El rostro, tu propio rostro
Esforzándote por salir de detrás del cristal
Abre la boca como si fueras a sostener poco
Cierra los fanales y recuerda lo que viste y lo que te hizo observar
¿No ves otra cosa
Poco frío y feo
No es invisible, sino que se mezcla con la sombra que atraviesa al anciano
En cuclillas adjunto a la apoteca de la cima
Con la persona apoyada intranquilamente en su
brazos cruzados
Y el pequeño que sonreía y la chica con la que iba
Y en mis fanales incluso
Una imprudencia serpenteante que los divide en el chorro de un pájaro enojado
Wit su culo en llamas
O la solomNOTness de donde vamos para conocer que vamos a ser felices
He pasado poco
HE VISTO poco
Y tú incluso lo has pasado
Tú incluso lo has pasado
No puedes llamarlo por su nombre
NOTA: Ésta es la primera parte de una serie de artículos que arrojan luz sobre diversos aspectos del contenido y el arte de Baraka en sus poemas recientes. Estoy en deuda con Rudolph Lewis, de CHICKENBONES, por enviarme inicialmente el poema y el enlace al sitio de Baraka, y por su posterior artículo en el que reflexiona sobre el significado normal del poema y nuestra incapacidad original para contestar. Lancé el poema a debate en mis clases de Crítica Praxis y Humanidades Saco y eso estimuló gran parte de mis pensamientos sobre el poema.
Ver poema completo más debajo: